Bienal de esculturas en Argentina revoluciona la interacción con el arte
María Paulina Rodríguez
Resistencia (Argentina), 20 jul (EFE).- El momento zen de un artista nunca se interrumpe. ¿O sí? Los escultores participantes en la argentina Bienal de Escultura de Chaco, que internacionalmente despunta, dejan a un lado la sierra para charlar con los asistentes sobre arte, y si se tercia, darle un sorbito a algún que otro mate.
Esta interrupción, que en otros contextos artísticos se interpreta como un atrevimiento, parece no molestar a los escultores que participan en la trigésima edición de este certamen, que organiza la Fundación Urunday y que concluye este sábado en Resistencia, capital de la norteña provincia de Chaco.
“No me molesta, todo lo contrario, me da energía” explica a Efe el escultor boliviano León Saavedra, que a sus 60 años ya puede presumir de haber sido ganador del festival en 2002, además de gozar de especial reconocimiento en la restauración de vidrieras.
Él y otros seis escultores internacionales de origen chino, francés, alemán, colombiano, polaco y argentino -ganadores de anteriores bienales- volvieron a Resistencia para elaborar obras en piedra y acero bajo la temática “Identidad en movimiento” y competir por el “Premio de Honor 30 años”, especial categoría instaurada con motivo del aniversario.
Este peculiar certamen, que espera recibir cerca de 400.000 visitas en una ciudad con menos de 300.000 habitantes, también cuenta con la presencia de 12 artistas nacionales que trabajan bajo la misma temática, con materiales como la arena, el bambú o piezas recicladas.
Durante tres décadas, la singular unión entre la escultura y Chaco, una de las provincias más humildes de Argentina y que apenas era conocida por su cultivo algodonero, se ha fortalecido hasta el punto de convertirse en visita obligada para cualquier amante del arte.
Tanto es así que los resistencianos se acercan a los artistas para convidarles con mates y dulces mientras disfrutan en vivo de las creaciones, lo que les ha llevado, inevitablemente, a tener una sensibilidad muy especial por el arte.
No es de extrañar al percibir que cada dos calles hay un mural, una escultura o la casa de un artista o un artesano.
El escultor chino Qian Sihua, ganador de la edición 2016, compara la Bienal de Chaco con otros certámenes y explica convencido a Efe que este “es totalmente diferente, aquí hay mayor respeto por las esculturas” y, además, siente que los ciudadanos pueden entender el significado de las obras.
Los asistentes, después de pasear por el mercado de artesanías donde se puede ver a una indígena wichi tejiendo con fibras de chaguar un veraniego bolso, vuelven al predio para observar con curiosidad, paciencia y expectación los avances que los artistas realizan hora tras hora.
Observan a todos, pero quizás con especial interés al ganador de 2014, el francés Thierry Ferreira, por ver si en esta ocasión corre con la misma suerte que sus compatriotas en el Mundial de Rusia.
Y es que pese a la sencillez de la región, el germen de la intelectualidad se podía ya encontrar en Resistencia por los años 40 del pasado siglo, cuando los hermanos empresarios Efrain y Aldo Boglietti construyeron el Fogón de los Arrieros, donde junto con la pareja de Aldo, Hilda Torres Varela, acogieron a múltiples intelectuales y artistas como Jorge Luis Borges y Ernesto Sabato.
Fueron los Boglietti quienes iniciaron un plan de embellecimiento de la ciudad, emplazando en el espacio público algunos premios nacionales de escultura.
Años más tarde, el reconocido escultor Fabriciano Gómez, presidente de la Fundación Urunday y fundador de la Bienal, se empeñó en seguir colocando en la calle esculturas de los certámenes.
En Resistencia hay alrededor de 650 obras escultóricas repartidas por toda la ciudad.
“No tienes que ir a una sala o a un museo para encontrarte con el arte, sino que está a la vuelta de la esquina”, presume orgulloso un miembro del equipo de prensa de la fundación, Marcelo Nieto, quien sostiene que Chaco “es el norte postergado” pero que pese a sus carencias siente las esculturas como “sagradas”.
También hay vecinos que gastaron sus “ahorritos” para colocar una escultura en la puerta de su casa o su negocio, cuentan varios de ellos, con el fin de contribuir con la identidad de Resistencia, “Capital Mercosur de las Esculturas”, que aspira a ser catalogada por la Unesco como “Patrimonio Cultural de la Humanidad”.
Marcelo, una de las mentes más reflexivas de la Bienal, se pregunta: “¿identidad es algo inmutable o va cambiando con el devenir?”.
Sin duda, cuando tras un proyecto hay algún que otro “testarudo”, como definen en la organización a Fabriciano, no solo es posible cambiar el devenir y la identidad de todo un pueblo, sino también la forma de interactuar con el arte.
Fuente: www.lavanguardia.com