Lenguaje

Bienal de las Esculturas, el origen en la mente de “un puñado de locos” que se hizo internacional

Todas las ciudades del mundo tienen rasgos que las asemejan: la globalización se manifiesta en múltiples detalles como el amor, el estrés, los lujos y las miserias. Sin embargo, hay ciudades que logran destacarse adquiriendo una identidad propia a partir de rasgos que su comunidad va definiendo. Tal es el caso de Resistencia, la capital nacional de las esculturas.

El primer Concurso Nacional de Esculturas en Madera, que tuvo lugar en 1988, marcó el inicio de lo que hoy se conoce como la Bienal Internacional de Escultura, un evento de prestigio que transforma a Resistencia en un museo a cielo abierto. Este proceso no estuvo exento de desafíos y requerimientos de adaptarse a las cambiantes demandas de la comunidad y los artistas.

 

 

La fundación Urunday jugó un papel crucial en este proceso. Eugenio Milani, tesorero de la fundación, recordó: “Cuando comenzamos en 1988, había muy poca gente para trabajar, pero mucha voluntad. Fue algo extraño porque no se había visto nunca en esta zona ni en la Argentina ni en Sudamérica: concursos de escultura al aire libre”. La fundación surgió formalmente en 1989, con el objetivo de continuar esta visión, a pesar de las incertidumbres políticas y económicas de la época.

Desde ese primer concurso, la Bienal ha evolucionado enormemente. Cristina Matta, periodista, destacó la transformación en la participación del público: “La gente de Resistencia nos adoptó. Lo tomaron como propio y entendieron nuestra visión”. Esta conexión con la comunidad fue esencial para el crecimiento y éxito continuo del evento.

La Bienal no solo atrajo a escultores locales, sino que también se convirtió en un punto de encuentro internacional para artistas de renombre. “Pájaro” Gómez, uno de los escultores destacados, reflexionó sobre la importancia del evento: “Es abrir las puertas del taller a la gente. Estos eventos hacen mucho más humanista la escultura”.

La experiencia de los primeros concursos fue reveladora para todos los involucrados. Mimo Eidman, escultora, relató: “La respuesta del público fue tan linda que después creo que a uno le gusta eso. Creo que esto es revolucionario; no sé si hay conciencia todavía de lo que significa, pero es abrir las puertas del taller a la gente”.

Por su parte, Percy Raúl Zorrilla Soto, otro escultor participante, añadió: “Fue una experiencia realmente muy satisfactoria. En todo momento, la gente nos daba aliento. Esa interacción directa es fundamental para entender el arte”.

A medida que la Bienal crecía, también lo hacían las necesidades logísticas y organizativas. “Nos dimos cuenta que necesitábamos crecer en espacios porque la plaza ya no daba abasto para recibir la cantidad de gente. Comenzamos a recibir turistas, más allá de la gente de Resistencia”, recordó Milani.

Con la edición 2024 a la vuelta de la esquina, Resistencia se prepara para recibir a artistas y visitantes de todo el mundo. Este evento no solo será una celebración del arte y la cultura, sino también un homenaje a los inicios humildes y la visión audaz que transformaron a Resistencia en la capital nacional de las esculturas.