08 Ago Casa Museo Fabriciano: el espacio donde creó, soñó y esculpió su vida y su arte
Ubicada en Julio A. Roca 1725, la Casa Museo Fabriciano es el mayor legado que el “negro” dejó a la ciudad.
Sí, más allá de sus obras emplazadas y la creación del Concurso Internacional de Esculturas, porque era su casa, su lugar. Donde soñó, creó y dio vida a cada rincón. Cada espacio fue pensado para que los visitantes puedan conocer lo más importante de él, su esencia.
Guiados por Gustavo Insaurralde, en compañía de Mimo Eidman, hoy presidenta de la Fundación Fabriciano, y Josesé Eidman, recorrimos la Casa de Fabriciano, el lugar donde descansan sus cenizas, sus herramientas, sus obras inconclusas. Donde su historia aparece en cada detalle, su vida, sus obras y sus sueños.
El paseo dura aproximadamente 40 minutos, se recorren todos los espacios, se cuenta cada historia. Pero siempre surgen esas preguntas para conocer un poco más sobre quién estaba detrás de ese hombre soñador. Pero la verdad es que mucho sin conocer no había, porque Fabri era transparente -como sus vitrinas de vidrio puestas en su casa-, duro como las obras en mármol y madera, y moldeable como cada una de sus esculturas. Era generoso con quien lo necesitaba, era un artista de ley, un ganador innato de premios, pero sin duda alguna su mayor reconocimiento era el cariño de la gente y el de sus colegas.
Mimo no suele estar en los recorridos, pero esta vez estuvo y relató que es difícil entrar en su casa. “Todo el tiempo espero que aparezca desde alguna habitación”, dice la artista y su compañera de vida por más de 40 años. Y agrega: “Todavía no pudimos hacer el duelo del todo, porque nos dejó tanto trabajo por hacer que no tenemos tiempo de llorarlo. Pero es como él quisiera que lo recordásemos, y por eso estamos en paz”. “Lo extrañamos todos los días, pero su legado es nuestro mayor trabajo y satisfacción”, asegura Eidman.
LA BIENVENIDA A LA CASA
Gustavo tiene una manera sutil de relatar la historia, de contar los detalles. A la casa se ingresa a través de “Puertas del Paraíso”, una obra realizada en madera y bronce que representa a la familia. El sol, en el centro, simboliza a los padres (Dorita y Emelino), las figuras humanas son los hijos y el ángel que se asoma tímidamente representa a los espectadores. Cuando Fabriciano hacia el recorrido decía que “el ángel sos vos”, haciendo referencia al invitado que estaba por atravesar la puerta.
En la primera sala, que lleva el nombre de Efraín Boglietti -un amigo incondicional de Fabriciano, a quien adoptó como un padre-, se pueden apreciar dibujos seleccionados del escultor. Aquellos primeros que datan de su tiempo en la Academia de Bellas Artes, otros realizados en París a fines de los ´70 y finalmente algunos del 2000. También hay esculturas de diferentes materiales, algunas de mármol, otras de bronce y también de madera. En una parte aparecen todas las menciones y diplomas -bueno, algunos, ya que eran muchos, que a Fabriciano lo llenaban de orgullo-, como el Gran Premio de Honor, el reconocimiento del gobierno del Chaco como “hijo dilecto”, el del Municipio capitalino que lo nombró “ciudadano ejemplar”, entre otros muchos más.
Siguiendo el recorrido, los visitantes se encuentran con la siguiente sala que lleva el nombre de Mimo Eidman, su compañera de vida y su discípula en el arte, una de las personas que confió en el proyecto de los concursos de escultura al aire libre y una artista que lo acompañó siempre.
En este sector también se pueden observar afiches de los diferentes concursos, maquetas de las obras realizadas en nieve, indumentaria y algunas herramientas utilizadas durante esos concursos. También trofeos y medallas.
EL ESPACIO MÁS PERSONAL
Los dos grandes sectores de la casa están unidos por el pasillo que lleva el nombre de Julián Astolfoni. Seguramente sea la parte más personal del recorrido: su dormitorio, donde hoy descansan sus cenizas.
Se puede observar una importante obra sobre la cabecera de la cama, un pequeño altar con estampitas y santos que heredó de Dorita y a los que él fue agregando objetos simbólicos que le recordaban a su círculo espiritual más personal; y en su mesita de luz, una radio, porque le gustaba estar informado y también la música.
Uno de los últimos espacios del recorrido es el espacio de la sala Dorita y Emelino. La cocina y el comedor tiene un valor netamente personal, marcado por la cotidianeidad. En el salón hay una gran mesa, lugar de encuentro y de compartir, en el plano familiar, por supuesto, pero especialmente en la amistad que tanto le gustaba cultivar a Fabriciano. Las sillas incluyen detalles con la figura icónica del artista que puede reconocerse en muchas de sus obras. En un sector están expuestos utensilios de la vida cotidiana y objetos personales de Dorita.
Sobre la mesa, en pequeño formato, se destacan “Inmaculada” y “San Fernando”, obras monumentales emplazadas en 1978 en el frente de la Catedral de Resistencia, reconocidas como Patrimonio Cultural de la Ciudad y recientemente declaradas “Bienes de Interés Artístico” por la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos. También algunos de los libros publicados: “Fabriciano” (1980), “Fabriciano” (1988) y “Fabriciano un hombre probo” (1999), también “Fabriciano, un hombre de pie” (2013).
FINAL DEL RECORRIDO
El recorrido termina en el patio que lleva el nombre de Pradial Guiterrez. Es un jardín de carácter tropical que incluye varias de sus obras conviviendo con la vegetación. En uno de los muros aparece un curioso triángulo de ladrillos y horcón perteneciente a la construcción original.
Fabriciano falleció el 8 de septiembre de 2021. Con él se fue un poco de todos nosotros; pero, en su inmensidad, Fabriciano abrió las puertas de su casa para que sea patrimonio de todos los chaqueños y todos sepamos quién era el hombre detrás del escultor.